Biografias
Esta Semana:
EL GRAN PARACELSO.
PARACELSO
Parte 1
Medico y Alquimista, criticó con vehemencia las técnicas curativas de su época, trayendo luz sobre una medicina mas científica, revolucionaria y eficiente.
Fue una de las figuras mas preeminentes que surgieron en los albores del renacimiento. Vio la luz en Einsiedeln (Nuestra Señora de los eremitas), una Villa de Suiza el día 10 de noviembre de 1493 y fue bautizado con el nombre de Teofrasto como recuerdo del pensador griego Teofrasto Tyrtamos de Efesos, al cual el Doctor Hohenheim, su padre, admiraba profundamente. El sobrenombre de Aurealus fue aplicado por sus admiradores en las postrimerías de su vida, ya que hasta 1538 no figura en ningún documento. En cuanto al nombre Paracelso, se lo puso su padre a la edad de 18 años, queriendo significar que a pesar de su corta edad, era sabia ya mas que Celso, medico celebre que vivió en el tiempo del Emperador Augusto, y autor de un libro de medicina mucho mas avanzado que los de su época. Ya a partir de 1510 fue conocido con el nombre de Paracelso, y aun cuando muy raramente lo incluyo en su firma, si firmo con este seudónimo sus grandes obras alquimistas, filosóficas y religiosas. Sus alumnos lo llamaban Paracelso y con ese nombre fue mencionado siempre en las controversias y en los ataques injuriosos de que fue víctima.
INFANCIA DE PARACELSO:
PARACELSO era un niño bajito, enclenque, con tendencia al raquitismo, por lo cual reclamaba los mas cariñosos cuidados. Estos los recibía de su propio padre, que sentía por el una infinita ternura. El Dr. Hohenheim daba una importancia extraordinaria a los efectos salutíferos del aire libre, respirado en plena naturaleza y de los afectos; por esto, cuando el muchacho hubo crecido, hizo de el su compañero de excursiones, consiguiendo así robustecer su cuerpo y enriquecer su espíritu.
En estas correrías Paracelso aprendió los nombres y las virtudes medicinales de las hierbas y plantas curativas, así como los diversos modos de usarlas; aprendió a reconocer síntomas y a diagnosticar con precisión, y a medicar con éxito. Conoció los venenos y sus antídotos, el arte de preparar toda clase de pócimas, y a extraer de las plantas, animales y metales una medicina por excelencia, su quinta esencia con fines curativos. Todo aquello en lo que su padre, un gran Doctor, era un Maestro.
Paracelso y La Farmacia Europea:
En Europa, la farmacia no se hallaba por entonces reconocida oficialmente, como lo estuvo en China, en Egipto, en Judea y en Grecia, millares de años antes de la Era Cristiana. De hecho, la primera farmacia pertenece a Nuremberg y data de 1542, el año que siguió al que se supone la muerte de Paracelso. Se puede afirmar, que la mayor parte de las hierbas medicinales que hoy se recetan, se conocían ya en la Edad Media, y los religiosos las cultivaban amorosamente en los jardines de los conventos; por eso se han conservado hasta ahora algunos conocimientos de sus usos.
En las praderas y en los bosques próximos al río Sihl, en el valle donde abundan los pantanos, las sucesivas estaciones hacen florecer y fructificar gran numero de plantas. En los prados crecen la genciana, la margarita, la salvia, la francesilla, la camomila, la villorita, la borraja, la angélica, el hinojo, el comino y la adormidera, entre otras. En los bosques abundan las acelgas, la aspérula, la belladona, la datura, la violeta y las gramíneas silvestres, entre otras muchas. En los ribazos, en los declives de los montes y por los caminos se encuentran la campánula, la digital, la achicoria, la centáurea, la verónica, la menta, el timol, la verbena, la zarzaparrilla, los líquenes, la hierba de San Juan, la potentila, el llantén, y el avellano silvestre y otras mas. En los terrenos cenagosos, se recogen las prímulas con manchas de color de malva y violeta, los miosotis, las plantas vulnerarias, los helechos y la cola de caballo. Y sobre los paramos, el brezo, la rosa de los Alpes, la rubia de levante, la saxifraga, la esparceta, la pirola y toda suerte de semillas. Toda esta información y mucho mas, así como el modo de preparar los medicamentos, nos fue legado por Paracelso.
Se desprende de las propias memorias de Paracelso que su padre fue su primer maestro de latín, de botánica, de alquimia, de medicina, de cirugía y de teología; mas hubo en el otras influencias educadoras, las cuales el Doctor Hohenheim no pudo infundirle, las cuales fueron debidas al espíritu inquieto de la época, de la nueva Era que se estaba preparando.
La próxima semana veremos como esta manifestación de su época tuvo relación con el audaz investigador de la Naturaleza y de la Medicina, entre la multitud que seguía aferrada aun a los métodos filosóficos y a las creencias religiosas de la Edad Media; hemos de ver como su inteligencia vivaz comprendió que las viejas enseñanzas estaban condenadas a desaparecer y a renovarse como todas las demás cosas.
Dado el estado de cosas en la época, el espíritu del Renacimiento fue el que dio a Paracelso ese gran impulso hacia la inducción científica y al método experimental. La alianza de ese espíritu científico con las corrientes espirituales de la Reforma, con su influencia sobre el alma de los hombres , debida realmente a Lutero, nos explicara la formación de su personalidad, aparentemente contradictoria.
ROGER BACON Las teorías reinantes estaban en difusión activa mucho antes de Lutero. Doscientos cincuenta años antes, un alma solitaria, Roger Bacon, tubo la visión que ilumino las tinieblas acumuladas de quince siglos de ignorancia y descubrió la clave del Divino Tesoro de La Naturaleza.
En 1483 nació Lutero; diez años mas tarde, Paracelso; en 1510 vio la luz el famoso medico y filosofo milanés Jerónimo Cardano, y en 1517 nació el celevérrimo cirujano Ambrosio Pare. Copérnico, el astrónomo revolucionario, y Pico de la Mirándola fueron contemporáneos de esta pléyade ilustre. Todo apareció de una vez: nueva concepción religiosa; nueva filosofía; nuevas ciencias, y una gran renovación en el mundo del arte.
CONTINUARA...en siete días.
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